Los menores que reciben formación en música tienen mayor desarrollo en las demás materias.


A menudo, los maestros se ven tentados a enseñar en función del examen, cuando se trata de pruebas nacionales, que son utilizadas como un indicador de calidad de las escuelas y colegios.
Adicionalmente, las escuelas tienden a disminuir el tiempo dedicado a impartir instrucción en materias como artes, música e idiomas, que no están incluidas en estas pruebas. Y, en cambio, se dedica más tiempo a la lectura y las matemáticas, a expensas de las artes y la música, con el fin de mejorar los resultados en los exámenes.
 
Esta tendencia representa un problema, porque la música y las artes, que son cursos que suelen ser los primeros en ser reducidos, pueden contribuir a mejorar los resultados de las pruebas de matemáticas y lectura. Cada vez son más las noticias que nos hablan de la relación existente entre la música y una sensible mejoría en el aprendizaje.

Obtener éxito en las artes implica, a menudo, tender un puente para lograr buenos resultados en el aprendizaje de otras materias.
Por ejemplo, la música es similar al lenguaje y las matemáticas, ya que es un idioma extranjero, que requiere de una interpretación determinada. Se basa, por ejemplo, en fracciones para lograr el tempo necesario y requiere la formulación de divisiones exactas y precisas para lograr niveles adecuados de ritmo, así como para reproducir las octavas y los acordes.

El ritmo de la música también está relacionado con el ritmo que se encuentra al analizar la poesía. Recientes estudios de resonancia magnética muestran que el procesamiento matemático y el musical se llevan a cabo, precisamente, en las mismas áreas del cerebro.
De ese modo surge la hipótesis de que la formación musical temprana puede contribuir al desarrollo de similares redes neuronales requeridas para llevar adelante las tareas numéricas y matemáticas.